Los bancos comunitarios son entidades financieras pequeñas (con activos de máximo 10 billones de dólares), cuyos depósitos pueden ser del 50% o menos de sus activos totales, y con infraestructura financiera relativamente corta. Se caracterizan por prestar sus servicios principalmente a los condados o ciudades donde se encuentran localizados, en lugares donde los grandes bancos no suelen estar presentes. Aunque prestan menos servicios financieros, estos suelen ser adecuados a las necesidades de los locales, tener tasas o condiciones más flexibles y brindarles atención personalizada. En 2004 había más de 7000 bancos comunitarios en Estados Unidos y han representado una importante fuerza en el sistema financiero del país; no obstante, el número ha venido en una caída constante y, en 2022, el número de bancos comunitarios en todo el territorio estadounidense apenas supera los 4000.